F1

Michael Schumacher: Dos Años de Silencio

Dos años de Silencio Schumacher

Muy pocos saben, y menos hablan claro sobre el estado de Michael Schumacher. Tras su desafortunado accidente esquiando en los Alpes franceses hoy hace dos años, y casi seis meses de coma inducido, la única certeza es el costoso tratamiento que está siguiendo en su casa de Gland (Suiza). Si fue un resbalón, un impacto o una imprudencia, la velocidad y las secuelas del golpe, si se mueve mucho o poco, habla o solo parpadea, todo es un permanente misterio envuelto en polémica, como la del robo de su informe médico y el suicidio del posible ladrón.

El resto se mueve entre tímidas palabras y conjeturas como las que publicó hace una semana la revista alemana Bunte asegurando que pese a estar “muy delgado”, puede “volver a caminar un poco con la ayuda de su terapeuta” e incluso “levantar los brazos”.

Esto provocó que, tras meses de silencio, Sabine Kehm, legendaria portavoz del piloto, se viese obligada a aclarar que dicha información “no corresponde con los hechos”, y que “tales especulaciones son irresponsables y vulneran la privacidad” del Káiser.

Meses antes el Daily Express daba voz a otra fuente cercana a la familia que explicaba que el progreso está siendo “dolorosamente lento” y “sin milagros en el horizonte”: “Es incapaz de hablar y caminar, tiene una consciencia limitada del ambiente que lo rodea y pesa 45 kilos”.

Nadie abandona a Michael

La última información oficial sobre su estado de salud fue en mayo de este año, cuando Kehm afirmó que estaba “mejorando”: “Esta batalla nos llevará mucho tiempo a todos”. Igualmente se dejó claro que no habría más comunicados y que el tratamiento del campeón se llevaría en la más estricta confidencialidad.

Fuera de casa el entorno más cercano al piloto -compañeros, representantes y jefes de equipo- que ha podido visitarle o hablar con sus familiares ha hablado del tema con cuentagotas.

El hermetismo hace que incluso Willi Weber, su manager durante más de 20 años, no haya podido visitarle: “Sabine no me permite tener contacto con Michael desde su accidente. Lo he intentado como una docena de veces y siempre responde con evasivas”, asegura a Bild. “Nuestras familias estuvieron muy unidas, y sufrimos. No entendemos qué está ocurriendo”.

Antes afirmó en el diario alemán Express era “alarmante no saber nada de parte de la familia”: “Según su médico el daño cerebral fue grave, pero Michael es un personaje público, y supongo que un gran avance se daría a conocer”.

Otros como Flavio Briatore, su jefe en Benetton, prefiere no pasar un mal trago: “Felipe Massa me contó sobre su estado y prefiero recordar al Michael de siempre, al que yo conocí. Pasé mucho tiempo con él y está en mis pensamientos”, afirmaba en noviembre.

También hace un mes Jean Todt, director deportivo en su etapa en Ferrari, afirmaba visitar “muy a menudo” a Schumacher, y que este “sigue luchando”. Y un mes antes Ross Brawn, ex director técnico de Ferrari, explicaba que sigue “habiendo esperanzas” de recuperación.

Por último Luca di Montezemolo, antiguo presidente de Ferrari, aseguraba que era algo “terrible” verle en esta situación: “Fue fundamental para Ferrari, y es una persona excepcional. Admiro el coraje y la fuerza de su familia por cómo ayudan a Michael. Espero escuchar buenas noticias pronto”. Los que le han visto en persona, apenas dejan entrever nada.

Corinna toma las riendas

Desde septiembre de 2014 seguir en el hospital de Lausana dejó de tener sentido, y si de algo sirve la fortuna de años de éxito -más de 700 millones- es para vivir con tranquilidad. Por eso Corinna se llevó consigo el hospital y la intimidad a casa: un grupo de 15 personas -médicos, enfermeros y especialistas- que cuidan de Schumi.

Se calcula un gasto de unos 14 millones de euros (140.000 por semana), en un tratamiento que incluye una cama móvil que le pone de pie y activa en lo posible las extremidades y la masa muscular perdida.

Pese a no existir riesgo inminente de pulir la fortuna, su mujer ha empezado a deshacerse de bienes como el jet privado -35 millones- o el chalet en Noruega -casi tres-, y plantea vender las casas de Méribel y Dubai o el Ferrari F2000 con el que el Michael ganó su tercer mundial. Todo sobra si falta lo importante.

Lo que sí ha provocado su estado es que algunos patrocinadores se hayan desvinculado. Es el caso de Jet Set y Navyboot, marcas de moda que suponían 5,5 millones de euros al año. Las relojeras Audemars Piguet y Hublot continúan cerca del piloto, al igual que Mercedes, a la que ayudó en los inicios de su actual proyecto en la Fórmula 1.

Vía Marca

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